sábado, 27 de julio de 2019

el caballero de la... NO, Che!


No hay sueño sin pesadilla

Es noche buena. Claro de luna. Carlos sonríe porque encontró la fórmula una que le había robado Marccelo, su secuás. El niñito está atento como sapito contento y lo caza como mosca de entre unos ladrillos de la parrilla en la que ayer incediaron un batman. El niño mira en sus manos ese auto peligroso y reconoce en él un futuro de inaudito verdor. Ha recuperado sus sueños.

Veinte años, ocho horas y algunos minutos más tarde, en la pista, Carl surca contendientes. Se mete entre ellos uno por uno y como pantera asustando venados y llega a la meta. Mejor dicho, está por llegar pero de pronto su auto comienza a incendiarse. Nadie entiende por qué. El niño, en llamas, llega a avistar en las alturas un rostro de orejas picudas que, sonriente, parece decirle: “Jojojo, todo vuelve, amiguito”

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